Más bien la romántica de grises, malvas y seductores grises con entretejidos verdiazules de sus aguas.
La de de Anónimo Veneziano, la de Rielke:
"no olvide nunca que pertenezco a la soledad;
que no he de tener necesidad de nadie;
que incluso toda mi fuerza nace de ese desapego."